Las partes sumergidas de las embarcaciones (como pueden ser la hélice, el eje, la pala del timón o la quilla) están, lógicamente, en contacto permanente con el agua y, por tanto, corren el riesgo de sufrir corrosión electrolítica o electrolisis. Los ánodos de sacrificio son un elemento fundamental frente a dicha corrosión.
¿Cómo funcionan los ánodos de sacrificio?
Estas estructuras están compuestas por una aleación metálica con mayor tendencia a la oxidación que el metal de la estructura que protegen. De esta manera, al formarse una corriente eléctrica entre metales sumergidos de distinto potencial, el material del ánodo se consume con preferencia al metal de la estructura, evitando así la corresión de la misma.
La protección mediante ánodos de sacrificio no debe limitarse sólo al casco o piezas fijadas en él, como la hélice y su eje, el timón o los flaps. También es fundamental instalar ánodos en los circuitos internos de los motores refrigerados con agua o en la superficie interna de los tanques de almacenamiento.
¿Por qué es importante su mantenimiento?
Si los ánodos no se revisan o reemplazan, la corrosión puede causar grandes deterioros en elementos fundamentales de nuestra embarcación, y aparecer en el interior de los equipos y de los conductos internos de refrigeración del motor.
Por esa razón, debe vigilarse su desgaste y es aconsejable reemplazarlos cada año al realizar el mantenimiento anual de la embarcación.
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